La Embajada de Argentina en Venezuela  se suma a la celebración,  de la 8ª Edición del Día Mundial del Malbec, que se festejará a nivel  global en 70 ciudades de 54 países; evento convertido  en  la bandera insignia de Argentina, por antonomasia, gracias a  Wines of Argentina, institución encargada de la promoción de la marca «Vino Argentino»,  alrededor del mundo.

Gracias al apoyo del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto y la Corporación Vitivinícola Argentina,  El Malbec World Day se convirtió en una iniciativa global  para  posicionar al Malbec argentino en el mundo y celebrar el éxito de su industria vitivinícola nacional.   Desde su primera edición, el 17 de abril del 2011, la celebración  alcanzó una repercusión notable,  al punto de  lograr  su  integración al Plan Estratégico Vitivinícola Argentina 2020.  

 

Cada botella de Malbec es una declaración de lo que guardan las entrañas de la Argentina: un fruto generador de trabajo, idiosincrasia, cultura y desarrollo.  «Cada botella habla de las manos, la destreza y el alma de sus  hombres. Este varietal expresa un modo de hacer, un estilo de vida; involucra técnica, originalidad y pasión”,  afirman los voceros de  Wines of Argentina.   Valederas  razones, para  decir  que el Malbec   es el corazón de  Argentina.

Historia viva

A lo largo de los años los festejos por el MWD (siglas en inglés del Día Mundial del Malbec), se apoderaron por completo de las calles como una expresión artística y cultural. El mundo vibró al ritmo del Malbec que, al igual que su sabor, es indómito, intenso y vigoroso.

Su varietal que ha sido comparado con la cinematografía, al involucrar en su proceso de creación arte e industria.  Un vino que se disfruta una y otra vez hasta volverse un clásico llegando a convertirse en el corazón de Argentina. Sin embargo, todavía hay mucho más Malbec por descubrir: Malbec Argentino: “You know me and you don’t”.  

Las celebraciones globales prevén una nutrida agenda que incluye actividades conceptuales para consumidores, ferias de vino para prensa y el trade, seminarios a cargo de prestigiosos referentes de la industria, degustaciones y promociones en vinotecas y restaurantes.

Un varietal clásico por excelencia, ampliamente conocido por todos; que lejos de permanecer inalterable en el tiempo, se reinventa constantemente de la mano de una generación inquieta de ingenieros agrónomos y enólogos dispuestos a llevar al Malbec más allá de los límites de lo imaginable.

Bajo el lema “Malbec Argentino: You know me and you don’t” esta edición pondrá el acento en la riqueza y diversidad de una variedad cuya potencialidad todavía está por descubrirse.

En la última década la vitivinicultura argentina volvió su mirada al terroir para comprender su influencia sobre los vinos. Y en este ambicioso desafío, el Malbec fue la clave: se transformó en la herramienta para entender cada terroir e interpretar las diferencias.

El Malbec pasó de 10 mil hectáreas a 40 mil en los 25 años que van de 1990 a 2015, alcanzando el 57% a la misma fecha del total de vino exportado. Se abrió así la puerta al descubrimiento de una gama inagotable de perfiles de Malbec asociados al terroir, a la vez que se extendió la frontera del vino hacia el oeste, en la altura, y hacia el sur y el este, buscando el frío de las latitudes australes o la influencia del océano.

Desde Francia, un buen Malbec

Mientras que la línea de los mil metros define un estilo de Malbec con fruta madura y especias, buen cuerpo y taninos voluminosos, la nueva frontera ofrece un perfil de fruta fresca y floral, cuerpo medio a buen cuerpo y taninos jugosos, apalancados en la frescura. Todo un universo desconocido para una cepa mundialmente reconocida.

El origen del Malbec se encuentra en el sudoeste de Francia.  Esta cepa llegó en 1853 a la Argentina, de la mano del francés Michel Aimé Pouget (1821-1875), un agrónomo contratado por Domingo Faustino Sarmiento, para llevar adelante la dirección de la Quinta Agronómica de Mendoza.   Una iniciativa  para incorporar nuevas variedades de cepas como medio para mejorar la industria vitivinícola  argentina.

Las gestiones de Pouget y Sarmiento en la Quinta Normal de Mendoza fueron decisivas en este proceso. El 17 de abril es, para Wines of Argentina, no sólo el símbolo de la transformación de la vitivinicultura argentina, sino el punto de partida para el desarrollo de esta cepa, emblema de  Argentina  a nivel mundial.

Pouget notó que la uva Malbec se adaptó rápidamente  a los  suelos de  Mendoza, y que sus resultados eran superiores a los que se obtenían en Francia.  Imparable, año tras año creció su volumen, en relación a la superficie total implantada.

Gracias a sus rendimientos, su cierta facilidad para la vinificación, la resistencia a las pestes y su maduración homogénea, los viticultores locales la adoptaron, siendo así que llegó a ser la cepa emblema de Argentina, lugar donde se podría afirmar que entrega,  al mundo,  los mejores vinos.

A fines del siglo XIX y de la mano de los inmigrantes italianos y franceses, la vitivinicultura creció de manera exponencial y, con ella el Malbec, que se adaptó rápidamente a los diversos terruños que proponía la geografía argentina, donde se desarrolló, mejor que en su región de origen. De esta manera, se perfiló como uva insignia de la Argentina.

 

Como se  dijo, el origen del Malbec se ubica en el sudoeste de Francia.  Allí se cultivaba este cepaje con el que se elaboraban vinos denominados “de Cahors” por el nombre de la región, reconocidos desde los tiempos del Imperio Romano.

Vinos que se consolidaron en la Edad Media y terminaron de fortalecerse en la modernidad.   Vale  destacar  que la uva Malbec debe su nombre a un viverista húngaro de apellido Malbek o Malbeck (con k final), quién fue uno de los primeros en identificarla por separado y esparcirla en Francia en la zona de Cahors, para posteriormente ser llevada a Burdeos, donde se la conoce también como Auxerrois.

La conquista del mercado inglés fue un paso decisivo en la valoración de esta cepa en Inglaterra y en el mundo. Hacia fines del siglo XIX, la plaga de filoxera destruyó la viticultura francesa, por lo que el “Cot” cayó en el olvido dejando, sin embargo, una cultura de apreciación del Malbec ya construida.   Lo  que  siguió  es historia.

Con información de la Embajada de Argentina en Venezuela