Por: Gustavo Méndez
@CGImaginations

Salimos de Santiago de Compostela para conocer la ciudad amurallada de Ávila y tomamos una ruta, que nos llenó de nieve el camino, sin embargo las señales de la vía fueron una gran ayuda, las autopistas españolas están excelentemente cuidadas, y ver como la lluvia inicial se convertía en copos de nieve, fue verdaderamente asombroso para unos turistas tropicales.

Llegamos al parador de Ávila, que es como todos, muy especial.

La estructura está adosada a la muralla que rodea la ciudad. Y muy cerca de la entrada de la muralla, un recorrido que le muestra al visitante las defensas de una ciudad antigua contra sus enemigos. La muralla nos conduce a la catedral, otro tesoro arquitectónico construido en tiempos remotos.

Y, por supuesto, no se puede dejar de visitar el convento de la doctora de la iglesia, Santa Teresa, la autora de maravillosos versos, como estos:

«Nada te turbe,
nada te espante,
todo se pasa,
la paciencia todo lo alcanza,
quien a Dios tiene, nada le falta,
solo Dios basta.»

El parador está ubicado en lo que fuera el Palacio Piedras Albas, con unos jardines impresionantes y unos salones señoriales.

Pida que le den una visita y le cuenten su historia, y el personal lo hará con mucho gusto. Eso no ocurre en hoteles regulares, solo en los Paradores.

Y podrá terminar la velada, acompañado de los platos típicos de la zona, como una sopa de tomate y albahaca con queso fresco de cabra, una carrillera de jabalí con salsa de bellota y un postre de quesos con membrillo que solamente podemos catalogar de exquisito.

Las habitaciones son cómodas como ninguna y dan al jardín, la muralla y la ciudad. Y lo mejor de todo es caminar entre la gente amable de Ávila, que lo hacen sentir a uno, como en todas partes de España, en su casa.

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