Por: Ernestina Herrera (*)

Hace año y medio que a la familia Dos Santos, conformada por una pareja brasilero- francesa y con un niño, se les unió un nuevo integrante, se trata de Ashou, un cachorro Labrador, gigante, hermoso que tiene una misión muy especial. Es la de cuidar a Luan, el más pequeño de los hijos de Jorge y Karine y quien hace cinco anos fue diagnosticado con diabetes tipo 1.

La familia vive en la ciudad de Montelliper, al sur de Francia, y compartieron con Negocios y Destinos su experiencia de resiliencia.

La presencia de Ashou en este hogar vino dada por Acadia, una ONG de asistencia para niños con diabetes tipo 1 y su incorporación al núcleo familiar tiene como factor determinante el amor entre Jorge, el padre nacido en Bahía, Brasil con 20 anos en Francia, su esposa, Karine, el hijo mayor del matrimonio, Maue, y el pequeño Luan. Sin este sentimiento de amor, de cariño y de fraternidad familiar el complicado trabajo de Ashou, a pesar de estar adiestrado para estos fines, no se hubiera podido llevar con la alegría con el que enfrentan el diagnostico de Luan día a día.

Acadia se encarga de adiestrar a los perros que detectan mediante su olfato muchas cosas que a nosotros nos pasan desapercibidas, como ciertas alteraciones en el organismo humano en este caso la diabetes tipo 1 y su formación esta exclusivamente orientada hacia el acompañamiento de infantes. Investigaciones recientes han comentado que unos 120 mil niños en Europa reciben la atención de estos perros, de los cuales 25.000 están ubicados en Francia. Luan, de nueve años, es uno de ellos.

Luan se apoya en su fiel mascota patra atender sus necesidades de salud| Foto: Ernestina Herrera

Perros como Ashou se convierten en «ángeles de la guarda» de algunos niños y también pueden adaptarse a adultos, aunque no es el caso de Acadia porque se especializa en niños, ellos olfatean la diabetes.

Ashou está entrenado para detectar los cambios en el olor corporal que anuncian fluctuaciones en los niveles de glucosa en sangre y para avisar inmediatamente a los  padres  cuando estos cambios se produzcan.

El gran Labrador es un acompañante de toda la familia, es común ver en las calles de Montpellier a Jorge, el padre de Luan en su bicicleta con el perro unido a una cuerda y el pequeño en su tronittette, es un lazo para toda la familia que después de comunicarse con la Asociación estuvo quince días bajo la supervisión y visitas periódicas al hogar para ver el nexo que podría establecerse entre el Labrador y la familia, la compenetración ha llegado a tanto y el grado cultural de Europa con respecto a este tipo de mascota que en unas vacaciones a Italia pudieron llevarse en el avión al acompañante de Luan.

La idea de que los perros podían «olfatear la diabetes» surgió de un estudio que hizo hace tres tres años la Universidad Queen, de Belfast, entre 212 enfermos dependientes de la insulina. Dos de cada tres participantes en la investigación decían que cuando habían tenido una bajada de azúcar, sus perros reaccionaban gimoteando o ladrando.

Al parecer, el olfato hipersensible de los perros detecta algún cambio en el olor corporal que se produce cuando bajan o suben  los niveles de azúcar en el organismo. Es la hipótesis que barajan los investigadores. En España, donde está desarrollado este uso lo han llamado al proyecto Amicus Canis, con la colaboración del Instituto de Investigación Biomédica Agust Pi i Sunyer (IDIBAPS)-Hospital Clínic, la Universidad Autónoma de Barcelona, Argus Detection Dogs y la Asociación de Diabéticos de Cataluña, además de investigaciones que agregan a los Estados Unidos de Norteamérica que Acadis traslada a expertos en adiestramiento periódicamente a Montpellier para ver cómo va el comportamiento del perro

Las investigaciones mundiales pretendían en una primera fase averiguar qué es lo que huele el perro cuando se registra una hipoglucemia para poder adiestrarlos para que descubran el 100% de los casos.

La segunda fase de la iniciativa aspira desarrollar una herramienta tecnológica que alerte a los diabéticos de las bajadas y subidas de azúcar y puedan reaccionar en consecuencia, aunque esto está aún muy lejos.

Al día de hoy no existe ningún sistema eficiente para prevenir las hipoglucemias ni tampoco un método para evitar las alteraciones emocionales y físicas asociadas, especialmente las que se producen dentro del hogar durante la noche, donde este tipo de crisis puede generar una angustia familiar importante. Por ello ideas como estos perros adiestrados para detectar la hipoglucemia resulta tan interesante, especialmente en los niños.

De las historias mundiales sobre estos perros está la de Robin, que al parecer es el primer perro adiestrado para estos fines,  se trata de un chucho de tamaño mediano. Un cruce de labrador y bretón de rostro despierto y con el rabo cortado.

En el caso de Ashou es un Labrador lo que le aporta ganas de complacer, capacidad de aprendizaje, sociabilidad, pero su efectividad estaría disminuida si no fuera por la integración que la familia Dos Santos le ha dado a este cachorro, por la forma como ellos entendieron y apreciaron lo que el can puede aportarles en llevar la diabetes tipo 1 en el pequeño Luan, un ejemplo de afecto, de interacción y, sobre todo, de cariño

¿Cómo aprenden a detectar el azúcar en sangre?

En el entrenamiento los entrenadores extraen una gasa que contiene sudor, saliva y aliento de su futuro dueño recogida con hipoglucemia. Introducen la gasa, sin tocarla para no contaminarla, en una bolsa de plástico que a su vez envuelven en una toalla. Esconden la toalla dentro de una caja y comienza el juego de los trileros. Hay tres cajas, alguna incluso con una comida apetitosa, el perro olfatea y en cuestión de segundos está ladrando frente a la caja correcta. El cachorro vuelve a desaparecer y las cajas se mueven. Nueva entrada estelar y nuevo acierto. “Es un fuera de serie”, comentan.

El perro no está intentando salvar la vida del niño, está pensando “si el niño tiene el azúcar bajo, genial, porque así conseguiré la pelota (…) el proceso de entrenamiento es bastante complejo: se utilizan muestras del futuro usuario con diferentes niveles de azúcar en sangre y entrenamos a los perros para que detecten hipoglucemias. Después se pasa a entrenarlo sobre la persona”, explica Teo Mariscal, director de la Fundación Bocalán y maestro de adiestradores.

Estos perros están atentos todo el día y se despiertan cada tres o cuatro horas. “¿Cómo conseguimos que los animales detecten por la noche? El entrenador se pone el despertador, el perro detecta y se va a dormir otra vez. De esta manera el organismo del animal lo interioriza y se va a levantar, si no detecta nada volverá a dormir. ¿Y qué hace después de ladrar?”, se pregunta Mariscal.

Señala que se hará “lo que el dueño quiera: “que vaya a avisar a los padres, que apriete un pulsador, que ladre”.