Por Eric Stotz (*)


Eric Stotz , co fundador de la empresa argentina Buen Giro

Si las remesas que se envían mundialmente fuesen el Producto Interno Bruto (PIB) de un país, este sería un poco mayor a lo que producen Argentina y Ecuador en un año, al llegar a los US$689.000 millones, cifra récord que alcanzó el envío de valor en 2018. Los datos del Banco Mundial muestran un crecimiento sostenido del mercado, y América Latina no ha sido ajena a este proceso; de hecho, los flujos de dinero a la región han aumentado en promedio cerca de 9% anual desde el 2016, rozando los US$ 88.000 millones en 2018.

En Venezuela, el monto de las remesas en 2019 podría superar al de las exportaciones no petroleras, ya que se ubicaría en torno a los US$ 2.000 millones al cierre del año. A contrapelo de la difícil situación económica que enfrenta el país, las remesas han significado alivio financiero para las familias. De hecho, mucho de este auge de ingresos de dinero al país no sería posible sin los más de 3 millones de venezolanos que emigraron en los últimos años, según cifras de la ONU.

A pesar de que la industria muestra solvencia y proyección, no todo son buenas noticias. Las altas comisiones que cobran los tradicionales servicios de remesas no solo afecta a la evolución del mercado, también impacta en los ingresos que las familias reciben del exterior. Si bien el costo promedio mundial es de 7%, siendo los bancos (con cerca de 11%) y las oficinas de correo (con más de 7%) los que más cobran por el servicio, los países de ingresos bajos y medios como los nuestros llevan la peor parte.

Altos costos estructurales de bancos, poca innovación tecnológica en el sector y la baja competitividad en el mercado debido a alianzas exclusivas entre grandes operadores de transferencia monetaria y correos y bancos nacionales han hecho que a lo largo de la historia enviar valor para los latinoamericanos cueste demasiado.

Fintech y costo por remesas

Una nueva generación de empresas FinTech ha quebrado el dominio del tradicional modelo de transferencia. Existen dos factores clave para entender por qué las compañías de tecnología financiera son una real solución al problema de las excesivas tarifas. La automatización de los procesos de gestión a partir de innovación tecnológica y, en comparación a los bancos, la delgada estructura de gastos que mantiene al ser creada para un producto o servicio específico, impactan positivamente en la reducción de los costos en las transferencias.

Las FinTech apuntan a democratizar, agilizar y hacer baratos los envíos de dinero, que pueden realizarse desde una computadora o smartphone con conexión a internet. Al hacer uso de nuevas tecnologías que permiten que la gestión sea flexible y sobre todo transparente en cuanto al tipo de tasas de cambio, el usuario no solo cuenta con el control de su dinero de forma digital de comienzo a fin de la operación, también se mantiene al tanto de cuánto efectivamente será el monto que llegará a destino.

En tanto que la media global proyectada por el Banco Mundial es del 3% para el 2030%, las FinTech en la actualidad ya operan con comisiones que van del 1% al 2%. La propuesta tiene impacto social y económico si tenemos en cuenta que bajas comisiones por giro revierten la actual situación en la que familias y empresas ven reducido sus ingresos a causa de altas tasas.

El diagnóstico común es continuidad del crecimiento de las remesas en América Latina en general y en Venezuela en particular y mayor participación de las FinTech en el sector. Para este 2019 el Banco Mundial prevé que los flujos de envíos a países de ingresos bajos y medios se convertirán en la principal fuente de financiamiento externa, impulsado en gran medida por más gente que migra a otros países para encontrar mejores condiciones de trabajo y por la entrada en el mercado de nuevas verticales tecnológicas. En la actualidad, las FinTech con foco en servicio de remesas en la región representan solo el 4,6% del total del ecosistema de startups del sector.


(*) Cofundador y director de BuenGiro